martes, 23 de agosto de 2016

TOMAR CONCIENCIA, DESVELAR QUE “VIVIR BIEN” NO ES IGUAL A “VIVIR MEJOR”


Todos los años el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) publica el IDH[1] (Informe de Desarrollo Humano), el cual tiene como objetivo facilitar una tendencia global sobre el progreso humano en los estados que integran las Naciones Unidas. Dicha medición nace inspirada en el concepto que plantea el desarrollo como un proceso de ampliación de oportunidades y capacidades de las personas, en detrimento de la idea de que el ser humano está al servicio de la utilidad económica, idea en correlación a las aportaciones realizadas por Amartya Sen en los años noventa. En el caso del IDH, dicho indicador se elabora basándose no solo en los parámetros de crecimiento económico sino también de salud, equidad de género, igualdad social y educación de cada país.

De esta idea también aparece el Happy Planet Index, un indicador alternativo que mide la felicidad de los países teniendo como base la esperanza de vida, la huella ecológica y la percepción subjetiva de la felicidad de las personas que integran un estado. Por tanto, también existen miradas que buscan trascender y reconstruir aquel paradigma que sitúa al progreso, bienestar o al Vivir Bien desde un plano puramente económico y utilitarista. Estas y otras tantas propuestas se correlacionan con la idea de construir una mirada que busque reinterpretar y humanizar el concepto de progreso, desarrollo y crecimiento.
Tablas: Arriba los diez países mas felices del mundo según el Happy Planet Index, abajo las veinte economías mas grandes del planeta.

En las sociedades contemporáneas el actual sistema neoliberal ha pasado a ser un factor determinante en el rumbo de nuestras vidas. Un ejemplo de ello es la influencia que ejerce en el sistema educativo, el cual ha sido escenario reproductor de pensamiento en las sociedades contemporáneas. El poder legitimador del docente, el fomento del individualismo, la uniformidad de pensamiento y el estímulo a la competencia, son alguno de los no valores que se enseñan. Dejando de lado el verdadero compromiso de la educación: entender y construir contextos para transformar la realidad a través del dialogo, el respeto a la naturaleza, el fomento de la ética, la complementariedad, la solidaridad y la justicia social.