La impresión
de ser prisionero de un organismo de relojería. Estas virtudes son ideales para
el turista cuadrado, al cual hay que indicarle todo. Pero quienes tenemos la pretensión
de hacer las cosas de un modo distinto, tropezamos sin remedio con las
talanqueras del orden. Gabriel Garcia Marquez
Con un 2% de aumento en plena
recesión mundial, 2008 marcó un récord histórico en el tráfico de turistas
internacionales, con 924 millones de visitantes según la Organización Mundial
del Turismo (OMT). Es decir, el turismo ha dejado de ser un componente
anecdótico en nuestras vidas y es ahora un negocio mundial que alberga muchos
intereses.
Dentro de todos los elementos que alimentan a día de hoy
el particular negocio del turismo se encuentra la figura del consumidor o
también llamado turista. Los
turistas son identificados como clientes de una industria que se alimenta del
desplazamiento masivo de gente. Por lo tanto, permite el tratamiento impersonal
de tal figura. A tal punto de ser considerado y tratado como un producto, como
individuo perdido en la pluralidad de la oferta de masas.
En contraposición a esta
imagen del turista como consumidor de viajes se encuentra la del viajero,
creador de sus propias experiencias. En el siglo XVIII el viaje se consideraba
como un proceso más de consolidación del aprendizaje. Se viajaba para observar,
interactuar y poner en común todo lo aprendido en los libros.
DECÁLOGO DE RECOMENDACIONES PARA UN TURISMO SOSTENIBLE (Fundación Biodiversidad)
A día de hoy el ser
viajero es un signo de identidad y resistencia. Considerar la experiencia del
viaje como una oportunidad de aprendizaje, deja entrever un abanico de
posibilidades que el viajero tiene en cuenta para distanciarse de la estructura de la industria del turismo.
Uno de los componentes más
importantes en el equipaje de un viajero es la reflexión sobre el impacto social,
cultural y ambiental que genera su presencia en el sitio al cual se desplaza.
Contrario a la situación actual en donde la industria turística utiliza el
paisaje y las comunidades como decorado pintoresco, arcaico, al servicio del
ego occidental por reiterarse como modelo de sociedad cosmopolita, ordenada y
moderna.
La evolución del viajero a
lo largo de su itinerario, es la búsqueda de una experiencia cultural autentica
que trascienda en su vida y que deje continuas reflexiones en la comprensión de
su lugar en el mundo. Un viajero dotaría su mirada desde el interior, se
situaría como observador participante del lugar que visita. Trascendería desde
la visión anecdótica y externa con la que usualmente se le prepara a un
turista.
Un viajero para la
comprensión del lugar que visita nunca lo haría estableciendo comparaciones
desde su lugar de origen. No dejaría todo en manos de las primeras impresiones,
ni tampoco condicionaría su relato en la estética de los lugares, mantendría
una constante contemplación por los olores, las sensaciones al entablar una
conversación con las personas del lugar a visitar. Para comprender la esencia
del viajero es necesaria una mirada crítica y resistente a todo modelo de vida
impuesto por una sociedad de consumo en donde parece que prevalece el mercado
por encima de los valores. Ser viajero es una elección de vida, en donde en el
equipaje nunca se prescinde del respeto, las ganas, el aprendizaje y la ética.
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