domingo, 27 de julio de 2014

TURISTA O VIAJERO. HACIA UNA COMPRENSIÓN DEL TURISMO RESPONSABLE.


La impresión de ser prisionero de un organismo de relojería. Estas virtudes son ideales para el turista cuadrado, al cual hay que indicarle todo. Pero quienes tenemos la pretensión de hacer las cosas de un modo distinto, tropezamos sin remedio con las talanqueras del orden. Gabriel Garcia Marquez

Con un 2% de aumento en plena recesión mundial, 2008 marcó un récord histórico en el tráfico de turistas internacionales, con 924 millones de visitantes según la Organización Mundial del Turismo (OMT). Es decir, el turismo ha dejado de ser un componente anecdótico en nuestras vidas y es ahora un negocio mundial que alberga muchos intereses.

Dentro de todos los elementos que alimentan a día de hoy el particular negocio del turismo se encuentra la figura del consumidor o también llamado turista. Los turistas son identificados como clientes de una industria que se alimenta del desplazamiento masivo de gente. Por lo tanto, permite el tratamiento impersonal de tal figura. A tal punto de ser considerado y tratado como un producto, como individuo perdido en la pluralidad de la oferta de masas.

En contraposición a esta imagen del turista como consumidor de viajes se encuentra la del viajero, creador de sus propias experiencias. En el siglo XVIII el viaje se consideraba como un proceso más de consolidación del aprendizaje. Se viajaba para observar, interactuar y poner en común todo lo aprendido en los libros.

DECÁLOGO DE RECOMENDACIONES PARA UN TURISMO SOSTENIBLE (Fundación Biodiversidad)



A día de hoy el ser viajero es un signo de identidad y resistencia. Considerar la experiencia del viaje como una oportunidad de aprendizaje, deja entrever un abanico de posibilidades que el viajero tiene en cuenta para distanciarse de la  estructura de la industria del turismo.

Uno de los componentes más importantes en el equipaje de un viajero es la reflexión sobre el impacto social, cultural y ambiental que genera su presencia en el sitio al cual se desplaza. Contrario a la situación actual en donde la industria turística utiliza el paisaje y las comunidades como decorado pintoresco, arcaico, al servicio del ego occidental por reiterarse como modelo de sociedad cosmopolita, ordenada y moderna.

La evolución del viajero a lo largo de su itinerario, es la búsqueda de una experiencia cultural autentica que trascienda en su vida y que deje continuas reflexiones en la comprensión de su lugar en el mundo. Un viajero dotaría su mirada desde el interior, se situaría como observador participante del lugar que visita. Trascendería desde la visión anecdótica y externa con la que usualmente se le prepara a un turista. 

Un viajero para la comprensión del lugar que visita nunca lo haría estableciendo comparaciones desde su lugar de origen. No dejaría todo en manos de las primeras impresiones, ni tampoco condicionaría su relato en la estética de los lugares, mantendría una constante contemplación por los olores, las sensaciones al entablar una conversación con las personas del lugar a visitar. Para comprender la esencia del viajero es necesaria una mirada crítica y resistente a todo modelo de vida impuesto por una sociedad de consumo en donde parece que prevalece el mercado por encima de los valores. Ser viajero es una elección de vida, en donde en el equipaje nunca se prescinde del respeto, las ganas, el aprendizaje y la ética. 


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