Fue en una tarde
calurosa del 30 de mayo del 2012, Eduardo Galeano se disponía a presentar en
Bilbao en el Teatro Campos, su libro: Los hijos de los días. Gozaba de la compañía
de un grupo de amigas y de mi pareja sentimental, después de largas colas y de
un escenario colmado de cientos de personas dispuestas a algo que en estos días
suena tan difícil: “Escuchar” salía Don Eduardo Galeano, con sus movimientos
tenues, mirada dulce y su voz desgarradora. Nos deleito durante más o menos una
hora con la lectura de sus fragmentos. Hubo mucho silencio, que siempre fue
interrumpido por profundos suspiros y miradas cómplices entre los asistentes.
De aquel bello recuerdo
me llevo la fortuna de haber compartido
en vivo aquel momento mágico de “tener los dioses dentro” tal como Galeano
describe al entusiasmo. Sigo creyendo que Galeano permanecerá eterno a través de
sus letras y de todas y cada una de las reflexiones que a muchos nos han
obligado a transformar nuestro mundo.
De dicha experiencia, quiero
compartir alguno de los fragmentos que el tan amablemente nos regalo aquel
inolvidable 30 de mayo.
Foto tomada por Carlos Fiallo. Bilbao 30 de Mayo.
Y escuchándolos a
ellos, a los vencidos, a los derrotados, aprendí lecciones de dignidad humana
que nunca olvidé y jamás olvidaré.
En estos tiempos es más que nunca necesaria la recuperación de la capacidad de indignación. De alguna manera estamos siendo cotidianamente invitados a elegir entre ver lo que uno quiere ser: un indigno o un indignado, si quiere aceptar la realidad o ayudar a cambiarla.
Es contagiosa la indignación, y muy valiosa, muy necesaria ahora que estamos gobernados por supergobiernos que gobiernan a los gobiernos, organismos tecnocráticos internacionales que no han sido votados por nadie pero deciden el destino de todos. Es más necesario que nunca defender lo que está siendo aniquilado.
Los muchachos del 15M me contaban que los desautorizaban porque les decían que no tenían destino, que no había un criterio claro sobre dónde iban a ir a parar, y yo les aconsejaba que hicieran caso a los versos de un gran poeta portugués, Fernando Pessoa, que después se los adjudicó Vinicius de Moraes (que era bastante bandido), pero que son de Pessoa, y muy sencillamente dicen que "el amor es infinito mientras dura", y que les conté que ese movimiento que ellos estaban desencadenando iba a ser infinito mientras durara y que eso era lo más importante.
"El amor, como la rebeldía, es infinito mientras dura"
Como el amor es infinito mientras dura, también hay rebeldías, indignaciones, que son y van a ser infinitas mientras duren.
Esa energía de necesidad de cambiar las cosas, de luchar por un mundo diferente, o de ayudar al parto de los munditos que el mundo contiene en la barriga y que quieren salir para cambiar el mundo, se da de maneras muy diversas.
Cuando parece que está todo dormido y condenado a la impotencia, cuando da la impresión que la gente acepta la realidad tal cual es, que la historia se repite… entonces la realidad nos sorprende siempre. Y lo mejor que tiene es su capacidad de sorpresa. El mejor de mis días es el que todavía no viví.
Cuando una gitana se me acerca para leerme el porvenir, yo le pago para que no me lo lea, porque sería una crueldad evitarme lo mejor que la vida tiene, que es el derecho a la curiosidad de saber lo que puede llegar a ocurrir o no, la curiosidad que se alimenta de la capacidad de asombro que la realidad contiene
En estos tiempos es más que nunca necesaria la recuperación de la capacidad de indignación. De alguna manera estamos siendo cotidianamente invitados a elegir entre ver lo que uno quiere ser: un indigno o un indignado, si quiere aceptar la realidad o ayudar a cambiarla.
Es contagiosa la indignación, y muy valiosa, muy necesaria ahora que estamos gobernados por supergobiernos que gobiernan a los gobiernos, organismos tecnocráticos internacionales que no han sido votados por nadie pero deciden el destino de todos. Es más necesario que nunca defender lo que está siendo aniquilado.
Los muchachos del 15M me contaban que los desautorizaban porque les decían que no tenían destino, que no había un criterio claro sobre dónde iban a ir a parar, y yo les aconsejaba que hicieran caso a los versos de un gran poeta portugués, Fernando Pessoa, que después se los adjudicó Vinicius de Moraes (que era bastante bandido), pero que son de Pessoa, y muy sencillamente dicen que "el amor es infinito mientras dura", y que les conté que ese movimiento que ellos estaban desencadenando iba a ser infinito mientras durara y que eso era lo más importante.
"El amor, como la rebeldía, es infinito mientras dura"
Como el amor es infinito mientras dura, también hay rebeldías, indignaciones, que son y van a ser infinitas mientras duren.
Esa energía de necesidad de cambiar las cosas, de luchar por un mundo diferente, o de ayudar al parto de los munditos que el mundo contiene en la barriga y que quieren salir para cambiar el mundo, se da de maneras muy diversas.
Cuando parece que está todo dormido y condenado a la impotencia, cuando da la impresión que la gente acepta la realidad tal cual es, que la historia se repite… entonces la realidad nos sorprende siempre. Y lo mejor que tiene es su capacidad de sorpresa. El mejor de mis días es el que todavía no viví.
Cuando una gitana se me acerca para leerme el porvenir, yo le pago para que no me lo lea, porque sería una crueldad evitarme lo mejor que la vida tiene, que es el derecho a la curiosidad de saber lo que puede llegar a ocurrir o no, la curiosidad que se alimenta de la capacidad de asombro que la realidad contiene
"La Historia cambia, el mundo se mueve"