Es
evidente como en nuestro acontecer aparecen argumentos que nos urgen hacia una
transformación social. La división y por ende la fatiga entre las propias
ideas, el discurso muchas veces aprendido y no aprehendido y las acciones nos
imposibilitan crear aquel lenguaje común tan imprescindible para iniciar el cambio.
En
algunos espacios de reflexión social se insta a reformar el actual modelo de
sociedad. En otros, en cambio se menciona al capitalismo como precursor de la
actual situación de crisis que vivimos. Es por ello, que el cambio de paradigma
no es una alternativa sino una necesidad. Después de muchos avatares sobre esta
discusión aparece una mención especial
no solo en el actual contexto de crisis financiera sino en una más
profunda y que vista de ser reflexionada, la denominada “crisis de valores”.
Comprender
el Bien común supone un conocimiento respecto al paradigma de vivir en
comunidad. Un reto que supone la deslegitimación de un modelo de vida
individualista alimentado por la dictadura del mercado y aceptado a día de hoy
en nuestra sociedad. Cuando hablamos de Bien Común mencionamos la apuesta por
la creación de una sociedad basada en un sistema de relaciones y entendimiento,
y supone por tanto un contexto de relaciones de colaboración, reciprocas,
dinámicas y equitativas que aseguren el uso de determinados recursos de manera
justa y sostenible.
Uno
de los argumentos interesantes dentro de la filosofía del Bien Común se
encuentra en la repercusión social que ha generado en nuestras vidas la
aparición de la llamada sociedad de la información y el conocimiento. En este
caso, se plantean estrategias dirigidas a reflexionar por el acceso y uso
equitativo de la información y el
conocimiento compartido.
A
día de hoy, todo lo positivo de las nuevas tecnologías es muy susceptible de
convertirse en espacios reproductores de desigualdad. Por lo tanto, la llamada
exclusión de la información y el conocimiento de las personas suponen todo un
reto educativo. En este caso, desde el Bien Común se plantean facilitar espacios de diálogo y socialización
de estos cambios, permitiendo a personas mayores, niñas/os y jóvenes la
reflexión de la importancia de aprender desde un amplio espectro a través de
acciones inclusivas. Es por ello, que aparecen propuestas como la cultura libre
reivindicando la filosofía del acceso público al conocimiento.
Hablar de la Economía Del Bien Común es crear un conjunto de respuestas sociales basadas en una serie de principios básicos que
representan valores humanos: Confianza, Honestidad, Cooperación, Responsabilidad, Generosidad y Compasión. También como propuesta política se basa en la descentralización, autogestión y la autogobernanza como
estrategias para generar comunidad. En dichos casos se plantean modelos cuya
relación se centra en alternativas de desarrollo económico, social e
institucional, promoviendo un equilibrio entre la sociedad, las instituciones y
la economía al servicio de las personas. Para ello, se menciona la importancia
de la gestión social, combinando la acción colectiva, la voluntad institucional
y el conocimiento.
Pero, aparte de lo que plantea el Bien Común ¿existen en la actualidad alternativas de desarrollo al actual modelo capitalista? ¿Existen compromisos reales para cambiar el actual modelo de desarrollo?
Pero, aparte de lo que plantea el Bien Común ¿existen en la actualidad alternativas de desarrollo al actual modelo capitalista? ¿Existen compromisos reales para cambiar el actual modelo de desarrollo?
La
respuesta aparece en modelos que sirven de alternativas al desarrollo de las
sociedades occidentales. Es ahí donde nace el Buen Vivir una propuesta que surge
de la cosmovisión de las culturas indígenas andinas y de lo que ellos denominan
“mejoramiento social”. Una idea que siempre está en permanente construcción y
que toma en cuenta un planteamiento holístico sobre el camino que debe tener
toda sociedad. Tal como lo menciona Alberto Acosta "Por la diversidad de
elementos a los que están condicionadas las acciones humanas que propician el
buen vivir, los bienes materiales no son los únicos determinantes hay otros
valores en juego: el conocimiento, el reconocimiento social y cultural, los
códigos de conductas éticas e incluso espirituales en la relación con la
sociedad y la naturaleza, los valores humanos, la visión de futuro, entre otros."
A
grandes rasgos, el Buen vivir es una
apuesta para deconstruir el tradicional concepto de desarrollo. La acumulación
permanente de bienes materiales no tiene futuro. La responsabilidad es grande y
compleja. Estamos ante la urgencia de reconstruir democráticamente una sociedad
que no demuestra a día de hoy ser del todo democrática, que urge cuestionar su
presente, porvenir y recuperar aquellos valores ilustrados de equidad,
justicia, libertad, igualdad y corresponsabilidad.
Nuestra obligación como ciudadanos y
ciudadanas es blindar el curso de nuestro mejoramiento social o Buen vivir. Hay
cosas que son innegociables entre ellas el acceso democrático, incluyente, la
equidad, la justicia social, la dignidad
y el respeto por la vida. Una sociedad
en la que sea posible que todos y todas tengamos igualdad de oportunidades,
donde lo individual y lo colectivo puedan encontrar un equilibrio con la
naturaleza y donde el progreso económico se reconcilie con la ética, la
justicia social y el bien común.
Para
finalizar, el camino del Bien común al Buen vivir nos abre un paradigma que
reconstruye a nuestro actual modelo de vida. Crea elementos para vivir en
libertad, para dar crédito a nuestro tiempo histórico, para guiarnos en un
saber más holístico, más plural, un saber humanizado y dotado de utopía por un
mundo más justo, sostenible, ético, en síntesis un mundo mejor.